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La isla de los tres objetos: Parte 6

Escuchaba un sonido extraño en la cueva. A cada paso que daba, a su alrededor sonaban pequeños pasitos que parecían rodearla —ignorando del ambiente los pasos de oso de su cámara, por supuesto, que no era capaz de leer la atmósfera de tensión que claramente los rodeaba.   Respiró hondo e iluminó las rocas a su derecha, intentando divisar qué era, pero nada. Tan fácil no iba a ser. Continuó por la cueva en una pendiente algo resbaladiza hasta que encontró un embalse subterráneo.   -Con lo cerca que estamos del lago, seguramente esto es agua que se ha filtrado con los años. ¿Habrá vida aquí abajo? Uhm… A lo mejor es una pregunta algo absurda…   A la vez que acabó de hablar lo divisó: a su coco Mario, entre las garras del Tirano, una rata de metro y medio con cara de pocos amigos. Y los pocos amigos no eran por rata sino por malo, porque se le veía la intención de golpear a  su  coco contra una piedra.   -¡Alto ahí, Tirano! ¡Ni te atrevas! -Mariela gritó con l...

La isla de los tres objetos: Parte 5

Se recogió el pelo, se remangó el pantalón, se pintó dos rayas en las mejillas con barro y se equipó con su fiel pala en la cintura. ¡Ya estaba lista para la guerra! Miró el reflejo en el agua y suspiró. -Si Mario estuviera aquí, seguramente me diría que el maquillaje es pasarse... -Se levantó con decisión y miró la cueva -. Pero como no está aquí, ¡puedo convertirlo en el detalle clave para la victoria! Entró, seguida de cerca por su fiel y mudo cámara acosador. En sí, la cueva no era muy grande. Tenía una amplia entrada, una explanada con rocas aquí y allí que solo servían para darse golpes con ellas, y un fondo curiosamente húmedo. -Desde el primer día, esta pared me ha dado muy mal rollo -dijo haciéndose la interesante. Rápidamente asumió un aire de experta geóloga -. No es roca, como el resto de la cueva. Está húmeda, lo que sugiere que hay agua al mismo nivel. Además, es bastante blanda. Probablemente haya una zona... Hizo una pausa dramática, como en las películas, y se puso a p...

La llamada

 -¿Diga? Su respuesta fue el pitido de la llamada colgada. Lo había cogido sin mirar el número, asumiendo que sería su prima o su hermano, pues tenía conversaciones pendientes con ellos. Pero, al parecer, no. Cuando aparcó el coche frente a su casa, sacó el móvil y miró el registro de llamadas. No había nada . Un escalofrío le recorrió la espalda. Con urgencia, miró en la lista de llamadas de las aplicaciones: Whatsapp, Telegram, Line, Kick... Pero ninguna tenía llamadas recientes. El coche comenzó a helarse muy rápidamente, hasta el punto en el que salía vaho al exhalar. Dejó el móvil y miró al frente. Sabía qué pasaba, pues había leído muchas cosas sobre aquellos a los que era mejor no invitar. Un ser esquelético, con una raída capa negra y una guadaña agarrada despreocupadamente en una mano. Eso era lo que había visto. En la otra mano, un teléfono que acercó al oído. Su móvil sonó de nuevo. No había ningún mensaje del emisor, solo los botones. "Si alguna vez cometes el error de...

La isla de los tres objetos: Parte 4

El viento se había alzado, las nubes se habían ennegrecido y la humedad había aumentado todavía más. Mariela sabía que dentro de poco llovería torrencialmente. ¿Serían los monzones? No tenía ni idea, pero caería algo más chungo que los clásicos chispeos de su pueblo. Qué ilusión. Se encontraba en ese momento, bajo la atenta mirada del cámara, golpeando hojas de un árbol con la pala. -¿Que por qué… quiero hojas? -dijo con dificultad. La hoja no quería romperse-. Las necesito para tapar el agujero o mi duro trabajo de esta semana y media se irá a tostar. Cuando terminó con su labor, se limpió el sudor de la frente y se observó las manos. Secas, duras, sucias por la tierra y la arena. -¡Cómo cambia la vida cuando te preocupas solo por sobrevivir! ¿No crees, Mario? -Mariela miró hacia Mario… O más bien, hacia donde estaba Mario-. ¿Eh? ¿Mario? ¿Te fuiste sin avisar? Junto al típico agujero que hacía en la arena para que Mario no pudiera irse rodando hacia la orilla había unas en...

La isla de los tres objetos: Parte 3

Con las manos llenas de ampollas, Mariela estaba intentando hacer fuego. “Intentando” como palabra clave, porque no había saltado ni una chispa en todo el tiempo que llevaba frotando el palito contra el tronco. -¡Agh! ¿Por qué es tan difícil, Mario? -preguntó exasperada, tirando el palito contra una roca-. No hay tanta humedad como para que no encienda, ¿no? ¿Estoy haciendo algo mal? Miró el libro de Guerra y Paz que había tirado a su lado. Leyó una frase al azar: “En los asuntos indecisos, siempre sale victorioso el que es más tenaz” [1]. -Vaya, Mario, esta vez te ha ganado un libro a frases profundas que tienen razón -comentó divertida-. ¿Cómo se siente un coco como tú al ser vencido por la biblioteca? Jajaja bueno, no te lo tomes muy en serio, que era una broma. Se levantó a por el palito y volvió a frotarlo contra la madera. Tan atenta estaba a su labor que no se dio cuenta de cuándo el cámara acercó el aparato hasta enfocar desde muy muy cerca. La acción casi invadía su espacio pe...

La isla de los tres objetos: Parte 2

-Me pregunto cuándo se me ocurrió que esta sería una buena experiencia. ¿Tú qué crees, Mario? Mariela estaba cavando tranquilamente en la arena con su pala, hablando con un coco que había encontrado el primer día. Su idea era comérselo, pero no había conseguido abrirlo con sus tres objetos. Al final lo convirtió en su mascota siguiendo las tradiciones humanas: “si no puedes comértelo, ponle nombre”. -No hace falta que me reproches tales cosas, Mario. -Se limpió el sudor de la frente y miró al coco-. El destino nos ha traído juntos al menos. Tu compañía es esperanzadora. Los primeros días los había pasado buscando qué hacer con su vida. Sin mucho éxito, todo sea dicho. Le seguía un cámara que parecía tonto. No hablaba, la grababa como si estuviera automatizado, y cuando la miraba era como si la atravesara. Le daba escalofríos solo de pensarlo así que, ignorado por completo. Entreteniéndose con la exploración, descubrió un pequeño manantial de agua dulce y una cueva al lado. Claramente, ...

La isla de los tres objetos: Parte 1

 -A partir de aquí, estarás completamente sola -dijo la presentadora hacia la cámara -. Deberás aprender a valerte por ti misma y superar el reto de estar un mes en una isla desierta. Mariela se cruzó de brazos con aburrimiento. Todavía se preguntaba cómo cuernos se había dejado llevar por la emoción de su madre para apuntarse a aquella tortura. -Es solo un mes. Seguro que sales de ahí hecha una sílfide. Anda, dale una oportunidad, boba. Ya cuando pasó el casting comenzó a corroerle la duda de si realmente había hecho bien pero ahora, en la orilla de la playa y con la pesada de la presentadora hablando a la nada, no podía retractarse. Al menos hasta que pasara una semana como mínimo. -¡A continuación, vamos a pasar a la elección de los objetos! -Al fin... -murmuró con alivio. Cuanto antes empezaran, antes acabarían. La chillona mujer se giró hacia ella mientras el equipo de fornidos mozos de plató ponían todo tipo de trastos en la arena, fuera de cámara. -Por aquí tenemos los objet...