La llamada

 -¿Diga?

Su respuesta fue el pitido de la llamada colgada. Lo había cogido sin mirar el número, asumiendo que sería su prima o su hermano, pues tenía conversaciones pendientes con ellos. Pero, al parecer, no.

Cuando aparcó el coche frente a su casa, sacó el móvil y miró el registro de llamadas.

No había nada.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Con urgencia, miró en la lista de llamadas de las aplicaciones: Whatsapp, Telegram, Line, Kick...

Pero ninguna tenía llamadas recientes.

El coche comenzó a helarse muy rápidamente, hasta el punto en el que salía vaho al exhalar. Dejó el móvil y miró al frente. Sabía qué pasaba, pues había leído muchas cosas sobre aquellos a los que era mejor no invitar.

Un ser esquelético, con una raída capa negra y una guadaña agarrada despreocupadamente en una mano. Eso era lo que había visto. En la otra mano, un teléfono que acercó al oído.

Su móvil sonó de nuevo. No había ningún mensaje del emisor, solo los botones.

"Si alguna vez cometes el error de responder a la llamada de un emisario tenebroso, jamás debes colgar la segunda o estarás condenada al infierno para siempre"

Las historias de viejos cargaban la sabiduría que los jóvenes no aprenden por falta de tiempo, y esa enseñanza era la más importante para vivir. Descolgó nuevamente.

-¿Diga?

-... Es tu hora...

Cuánto se arrepentía de cogerlo. Pero ya no había marcha atrás. Salió del coche y se acercó al emisario con paso inseguro.

Una vez delante de él, tragó saliva con fuerza y estiró la palma de la mano hacia el ser. Este alzó la guadaña y se la dejó. Cuando la agarró con fuerza, sintió cómo el poder la invadía.

Su piel ardía, carbonizándose y evaporándose a cada pulso de energía.

Su ropa se quemaba, fundiéndose con sus propias cenizas y tomando una nueva forma.

Su pelo se desprendió, tejiendo una cuerda desde su pecho hasta el móvil. El enlace que la mantendría en la tierra a partir de ese momento.

Cuando sintió la brisa nocturna, alzó la mirada y vio al emisario anterior.

-... No te rindas...

¡Qué fácil era decir aquello cuando el marrón ya no era tuyo!

Apretó con fuerza el móvil, viendo cómo entraban notificaciones extrañas con localizaciones a las que debía ir. No le quedaba otra.

La nueva emisaria tenebrosa había llegado, y se preparaba para hacer su Llamada.



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