La isla de los tres objetos: Parte 5

Se recogió el pelo, se remangó el pantalón, se pintó dos rayas en las mejillas con barro y se equipó con su fiel pala en la cintura. ¡Ya estaba lista para la guerra!

Miró el reflejo en el agua y suspiró.

-Si Mario estuviera aquí, seguramente me diría que el maquillaje es pasarse... -Se levantó con decisión y miró la cueva -. Pero como no está aquí, ¡puedo convertirlo en el detalle clave para la victoria!

Entró, seguida de cerca por su fiel y mudo cámara acosador. En sí, la cueva no era muy grande. Tenía una amplia entrada, una explanada con rocas aquí y allí que solo servían para darse golpes con ellas, y un fondo curiosamente húmedo.

-Desde el primer día, esta pared me ha dado muy mal rollo -dijo haciéndose la interesante. Rápidamente asumió un aire de experta geóloga -. No es roca, como el resto de la cueva. Está húmeda, lo que sugiere que hay agua al mismo nivel. Además, es bastante blanda. Probablemente haya una zona...

Hizo una pausa dramática, como en las películas, y se puso a palpar todo hasta que dio con lo que buscaba, aunque no supiera exactamente qué era en un principio.

-¡Eureka! -Saltó hacia atrás, casi chocándose con el cámara que se había acercado demasiado nuevamente -. A ver, Espeluznanteman, deberías alejarte un poco, ¿no crees? Atrás atrás. ¡Que corra el aire!

El cámara puso mala cara, pero dio dos pasos hacia atrás sin decir ni mu. Casi casi que estaba empezando a cogerle algo de cariño por esos momentos que le daba... ¿Qué tipo de momentos? Ni idea.

-Ajem... Como iba diciendo, ¡eureka! Este trozo de tierra está totalmente seco. Por consiguiente, es más débil que el resto de la pared que se mantiene sellada por la humedad así que... -Apretó la mano fuertemente hasta que la tierra cedió, dando lugar a un agujero suficientemente grande como para una persona adulta -... con un poquito de fuerza, ya tenemos el camino que andábamos buscando. ¡Vamos allá!

Metió primero la cabeza para observar qué la esperaba. Salió corriendo de la cueva, tan deprisa que el cámara no tuvo tiempo a reaccionar. Con un palo grueso en mano, lo envolvió en páginas de Guerra y Paz, hizo un fuego rápidamente y lo prendió.

-No es la mejor solución, pero más vale esto que nada. ¿Has visto? Yo también soy una intelectual.



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